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Por Paz Montalbán

Cuando conocí la existencia del Lyceum Club tuve la imperiosa e inevitable necesidad de saber más. Quería empaparme de la realidad sociocultural de todas esas mujeres que lograron construir un reducto de libertad feminista en una sociedad tradicional y dominada por los hombres.

No recuerdo cómo me topé con este libro, solo sé que respondió la mayoría de las preguntas que surgían en mi cabeza y resultó ser una fuente inagotable de pistas para seguir el rastro perdido de una generación de mujeres fascinantes.

Las Modernas de Madrid. Las grandes intelectuales españolas de la vanguardia” de Shirley Mangini, es un estupendo paseo por la historia de esas pioneras, desde finales del s. XIX hasta los inicios de la proclamación de la Segunda República. En él se dibujan los elementos clave para entender el proceso de metamorfosis de la mujer española.

Como mujer e «hija» adoptiva de todas ellas, fue un orgullo conocer la genealogía de mujeres que abrieron el camino para que naciera la mujer moderna, concepto que a lo largo del libro se va desgranando, de tal modo, que una llega a comprender de forma diáfana la importancia capital que supuso su lucha para todas nosotras.

Después de interiorizar este recorrido, una no puede quedarse impasible, os lo aseguro. Enfrentarse a la realidad asfixiante y opresiva de las mujeres decimonónicas y ver cómo poco a poco tomaron conciencia de lo vital que era romper con el estereotipo victoriano del «ángel del hogar» es algo emocionante.

Esa metamorfosis se llevó a cabo gracias a mujeres como Concepción Arenal, Emilia Pardo Bazán, Carmen de Burgos o María Goyri, las precursoras del incipiente feminismo o conciencia feminista que reclamaba el derecho a una educación para la mujer como pilar para construir nuevos horizontes.

Sin lugar a dudas, esta retahíla de mujeres, merecería un reconocimiento público por iniciar esta gigantesca tarea: rechazaron el papel de «ángel del hogar» señalado por el patriarcado, que las relegaba al ámbito privado y doméstico, para integrarse en la vida pública, profesionalizarse y luchar por sus derechos civiles. Así nació la mujer moderna.

La Residencia de Señoritas, fundada por María de Maeztu, o el Lyceum Club, fundado en 1926, fueron las instituciones que fructificaron gracias a esa expansión intelectual, creadora, cultural y política que empezaba a gestarse entre las modernas que vivían en Madrid. Nos encontramos en la época de más ebullición.

Estos avances tuvieron una respuesta iracunda por parte del patriarcado, cosa que no me sorprendió en absoluto, ya que ponían en peligro su monopolio. La misoginia fue el recurso que utilizó el sistema patriarcal para doblegar esta amenaza, legitimada por médicos, sociólogos, investigadores, científicos y pedagogos que, a su vez, se contagió a literatos, filósofos, periodistas y políticos. Al tratarse de un acontecimiento de suma importancia, más adelante le dedicaremos un post monográfico, ya que es un tema que no puede pasarnos desapercibido.

En este punto recordé unas palabras atribuidas a Don Quijote: «Ladran, amigo Sancho, luego cabalgamos.» Efectivamente, los ladridos fueron ensordecedores, ese fue el precio que debieron pagar estas mujeres para poder cabalgar y que eclosionara la mujer moderna.

A partir de este momento desfilan en el libro personalidades esenciales en nuestra trayectoria intelectual, artística y cultural, como la pintora Maruja Mallo (de la que nunca se habla en las antologías de arte surrealista como integrante de esta corriente, ni se menciona su estrecha amistad con Lorca o Buñuel), la filósofa María Zambrano o la escritora Rosa Chacel, entre otras. También se nombran mujeres comprometidas en el terreno cultural y político como María Teresa León, en proyectos tan esperanzadores como las Misiones Pedagógicas, cuando en España se respiraba una preocupación por el bienestar y la educación del pueblo.

Durante la Segunda República hubo un interés muy marcado por cultivar la sensibilidad cultural de las personas y se democratizó esta inquietud por considerarse un bien para toda la ciudadanía. -Nada que ver con nuestra realidad actual, en la que el derecho a la educación o a la cultura va camino de ser un privilegio para unos pocos-. Esta sensibilidad republicana por los y las más desfavorecidas culminó en la fundación de la Asociación Femenina de Educación Cívica llamada la “Cívica”, una entidad pensada para la mujer trabajadora de clase media y que tuvo como una de sus fundadoras a María Lejárraga.

El ensayo se cierra con tres mujeres que en el terreno político marcaron un hito en nuestra historia: las tres primeras mujeres parlamentarias -algo inaudito hasta el momento en la historia de España-: Victoria Kent, Clara Campoamor y Margarita Nelken. Esta fue la culminación de la mujer moderna, ocupar un espacio en el que defender los derechos de la mujer en un mundo -aún hoy- mayoritariamente masculino.

Finalicé el libro sintiéndome orgullosa y, al mismo tiempo, en deuda con todas ellas. Estas amazonas de espíritu -en palabras de Shirley Mangini- tuvieron la valentía de desmarcarse de lo que se esperaba de ellas para convertirse en unas ciudadanas integradas, comprometidas y activas con la sociedad que les tocó vivir.

Su labor, sin embargo, quedó inacabada. Y desde Lyceum Club os invitamos a continuarla, a ser unas dignas sucesoras. Tomando como armas de lucha la reivindicación, la memoria, el diálogo, la reflexión, la transgresión… Compartiendo nuestras capacidades y caminando todas juntas hacia un objetivo común.

¿Os sumáis a nosotras?

Las Modernas de Madrid. Las grandes intelectuales españolas de la vanguardia, Shirley Mangini, ed. Penísnula (2001), Barcelona.

La bibliografía que se ofrece al final del libro, constituye una estupenda referencia para profundizar e indagar más sobre esta generación perdida, que debemos recuperar del silencio y del olvido, sobre todo, en la esfera pública.